Esta afirmación forma parte de la Cuarta Edición de The Cancer Atlas, una publicación emblemática lanzada conjuntamente por la International Agency for Research on Cancer (IARC) y la American Cancer Society (ACS), que busca orientar las estrategias de control del cáncer a lo largo de todo el continuo: desde la prevención hasta la atención y la resiliencia de los sistemas de salud.
El Atlas ofrece una visión integral de la carga global cambiante del cáncer, basada en datos y evidencia científica de la IARC, y pone el foco en los factores de riesgo subyacentes, destacando medidas de prevención y control cuya efectividad está ampliamente demostrada. En línea con una posición sostenida durante más de 60 años de investigación, la IARC subraya que alrededor de la mitad de los casos de cáncer podrían prevenirse.
Dentro de ese universo prevenible, el tabaquismo ocupa un lugar central y singular. El estudio evidencia que más del 20% de todas las muertes relacionadas con el cáncer a nivel mundial son atribuibles al consumo de tabaco. Los productos de tabaco causan al menos 17 tipos de cáncer y son responsables de más de 2,6 millones de muertes por cáncer cada año.
El cáncer de pulmón continúa siendo el más frecuentemente diagnosticado y la principal causa de muerte por cáncer en el mundo, con aproximadamente 1,8 millones de muertes anuales. Sin embargo, esta carga no responde a un destino inevitable, sino a decisiones —o indecisiones— de política pública. Tal como advierte la American Cancer Society, más de mil millones de personas siguen consumiendo productos de tabaco debido a la implementación incompleta de las medidas de control del tabaco de probada eficacia.
Un elemento clave que destaca el Atlas es la brecha entre evidencia científica y acción política. El Dr. Ahmedin Jemal, vicepresidente sénior de vigilancia y equidad en salud de la American Cancer Society y editor principal del informe, enfatiza que en muchos países no existe la voluntad política suficiente para aplicar de forma óptima políticas preventivas, en particular las vinculadas al control del tabaco.
Los impuestos correctivos o saludables al tabaco constituyen la herramienta más costo-efectiva para reducir su consumo, especialmente entre jóvenes y poblaciones de menores ingresos. Aumentar los precios no solo reduce la prevalencia del consumo, sino que disminuye la incidencia futura de cáncer, alivia la presión sobre los sistemas de salud y genera recursos fiscales que pueden reinvertirse en prevención y atención sanitaria.
El Atlas también recuerda que otros factores de riesgo siguen teniendo un peso relevante —las infecciones explican cerca del 12% de los nuevos casos de cáncer, el alcohol genera más de 740.000 casos nuevos cada año, el exceso de grasa corporal está vinculado a al menos 13 tipos de cáncer, y el 90% de los melanomas se atribuyen a la exposición solar. Sin embargo, ninguno de ellos alcanza el impacto absoluto y evitable del tabaco en la mortalidad por cáncer.
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